Los momentos que tuvieron un mayor enfoque a la socialización entre alumnos, fueron los que recuerdo con un gozo mayor en mi época de estudiante de primaria. En los conocidos recreos de la escuela a la que asistí, se podía observar a alumnos de todas las edades y ciclos, compartir unos con otros. Lo anterior, traía consigo un gran intercambio cultural tanto para los superiores como para los menores, quienes nos manteníamos siempre mirando con gran admiración a quienes se encontraban en su último año escolar. La diversión venía acompañada de la capacidad de crear y desarrollar nuevas herramientas sociales para poder compartir con el otro. A su vez, esta situación de convivencia, aunque fuesen quince minutos, también eran las mejores para solicitar ayuda en el caso de no entender materias.
Sin embargo, una vez inserta en la educación secundaria, los momentos comunitarios en los recreos fueron perdiéndose debido a la gran segregación que existía en el liceo. Los cursos de mecánica solo se juntaban con los de mecánica, los de electrónica realizaban lo mismo y los de telecomunicaciones, no estaban lejos de ambos. Al mismo tiempo, existía otra segregación aparte de la realizada por carreras; esta consistía en una segregación que los propios cursos tenían con sus propios pares. A los de cuarto medio, no les interesaba compartir con los de primero, así como los de segundo no estaban del todo interesados en compartir con los de tercero (a menos que fuese por un partido de fútbol). Al estar inserta en un liceo técnico profesional, me fui dando cuenta del perfil social y psicológico que tenían mis pares. Muchos solo se preocupaban por sobresalir y se olvidaban del resto y de las necesidades y complicaciones que podrían existir para ellos. Comencé a notar un gran individualismo que la propia escuela incitaba por el hecho de mantener la excelencia académica. La presión se podía ver tanto en profesores como alumnos. Los profesores, por su parte, para poder responder a las necesidades que les exigía la escuela, solían reprimir el pensamiento de libe albedrío de los estudiantes, imponiéndoles conocimientos por sobre otros. Algunos incluso reprendían el hecho de que un alumno fuese capaz de llegar a un mismo resultado, pero utilizando una forma distinta a la que es dada en la clase. Así también reprendían el hecho de que los alumnos fuesen capaces de cuestionar conceptos y materias que son impartidas en el momento, utilizando frases como: “esas cosas no se verán”, “no se preocupen”, “no les debe importar”.
De acuerdo a la idea anterior, el nivel educativo que más recuerdo, es mi época de básica, específicamente en los cursos de primaria. En estos cursos, tuve la suerte de que los profesores que nos impartían clases, eran personas que no nos negaban el derecho de pensar e insistían en un aprender por la experiencia. Eran profesores que lograban alentarnos para poder ser mejores y aprender más, nunca nos reprendieron por equivocaciones constantes, sino que, en esos cursos, siempre nos apoyaron y animaron. El que un profesor o una figura respetable, le diga a un estudiante que es bueno en algo y elogie sus avances, el estudiante se motivará siempre a seguir aprendiendo más, al menos eso pasó conmigo. Es justamente esta motivación que mis profesores de básica me otorgaron, la que facilitó mi aprendizaje en esos años y en los siguientes, cuando me encontraba con docentes que tenían las mismas características de cercanía para con los alumnos.
Finalmente, al igual de que existieran factores importantes que facilitaban mi comprensión y aprendizaje de diferentes materias, también existieron factores decisivos que dificultaban mi concentración y aumentaban mi nivel de frustración. Lo que más dificultó mi aprendizaje, en mi época escolar, fue el que los profesores no tuviesen una cercanía para con el alumno. Referente a lo anterior, la cercanía es en base a una relación horizontal y no vertical. Los profesores que tuve en la enseñanza superior, eran profesores técnicos que se caracterizaban en crear jerarquías en la sala de clase. Esta jerarquía consistía en que ellos se encontraban en la cima y los alumnos estaban en el escalón más cercano al suelo. Ellos creían que tenían una razón absoluta en cuanto a sus saberes y restringían todo tipo de pensar que los propios alumnos eran capaces de crear por medio de diferentes razonamientos críticos. Tener profesores tan cerrados de mente y que se mofaran de su saber superior para con los alumnos que no entendían, fue sin duda el factor más importante que complicaba mi camino al aprendizaje.
Creado por Cinthya Hevia
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