martes, 2 de mayo de 2017

Mi experiencia escolar


            A lo largo de la vida escolar nos vamos formando como personas a través de nuestras experiencias y aprendizajes desarrollados. El rol que juegan los docentes, en dicho proceso, es fundamental en la formación de los estudiantes, porque ellos sentarán las bases de los conocimientos para desenvolvernos en el mundo.

            Mi experiencia escolar me permitió ser quien soy ahora, gracias a las distintas vivencias y relaciones a las que me vi enfrentada durante trece años. Desde el primer día en que entre a kinder me vi envuelta en un espacio de aprendizaje, donde aprendí a leer y escribir, entre otras cosas que ahora me apasionan y me han permitido ampliar mi campo de conocimiento.

            Cuando cursaba mi enseñanza básica fue cuando me sentí más a gusto, sobre todo cuando compartía con mis compañeros de curso, que en poco tiempo se transformaron en mis amigos. Tanto la sala de clases como los recreos eran un espacio de socialización donde teníamos la posibilidad de conocernos, así como también la oportunidad de compartir nuestros gustos y experiencias. En la enseñanza básica no existían los grupos, o existían, pero eso no impedía que durante los recreos nos acercáramos todos a jugar juntos. Sin embargo, esto cambio cuando ingresamos a séptimo básico. Fue entonces cuando nos comenzaron a tratar como grandes, porque todos cambiamos, razón por la que nos separamos; nuestros gustos cambiaron y comenzamos a relacionarnos solo con quienes nos sentíamos más conectados.

            Cuando ingrese a la enseñanza media todo cambio, porque tanto los profesores como los inspectores ya no nos trataban de la misma forma. Nos comenzaron a exigir más como estudiantes, nos presionaban con el fin de mejorar nuestro rendimiento escolar y eso a muchos los afectaba porque no eran capaces o no tenían las herramientas necesarias para poder rendir de buena forma en las distintas materias. Además, en la enseñanza media nos comenzaron a aumentar las horas de lenguaje y matemática para compensar las falencias de algunos estudiantes. Todo esto no lograba mucho, porque uno no era capaz de estar dos horas en una sala y comprender todo lo que se nos enseñó a la perfección.

            La jornada escolar completa fue una de las cosas que más me disgustaron dentro de mi experiencia escolar, así como también mis inspectores. Estos, aunque no todos, eran muy autoritarios y así fue como una vez ni siquiera me dejaron entrar a clases por llegar atrasada. Para que se entienda bien, mi escuela era católica y todas las mañanas antes de comenzar las clases nos hacían formarnos para hablarnos de las actividades que se iban a hacer o sobre cosas importantes en general y para rezar. Comenzaban a eso de las ocho y cinco de la mañana, y si uno llegaba diez minutos tarde mientras aún estaban formados, te hacían pararte enfrente de todo el colegio, en fila, a todos quienes llegaran tarde. No sé si era para humillarnos o por otra razón, pero yo vivía lejos y casi siempre llegaba tarde. Varias veces llamaron a mi papá por esa razón por muy absurda que suene, hasta que un día, justo el día de mi cumpleaños, no me dejaron entrar a clases.

            Lo que más recuerdo de mi periodo en la escuela es mi enseñanza media, la que en un principio no resulto muy bien por el lado académico, y sin embargo, cuando nos separaron entre humanistas y científicos me volví una de las mejores alumnas. Cuando nos tuvimos que separar yo escogí el lado científico, pero siempre tuve un apego más hacia el lenguaje, porque yo amaba a mi profesora de lenguaje, ella me motivaba a ser mejor. Ella me enseñó muchas cosas que al día de hoy recuerdo y me han servido en mi formación como profesora de lenguaje.

            Siento que profesores como ella o como mi profesora de química y biología me motivaron en mi aprendizaje, llegaron a mí y sus materias se volvieron en mis preferidas. En otras materias los profesores no se interesaban mucho en nosotros y cada vez que preguntábamos algo, por ejemplo en matemáticas, el profesor no hacía más que resolver el ejercicio sin explicarnos nada, no obstante tenía a sus favoritos a los que de verdad se daba el tiempo de enseñar y eso molestaba porque el mismo profesor nos clasifico entre buenos y malos, siendo estos últimos a los que no es necesario explicar porque no aprenderán.

            Algo que me sirvió mucho en mi escolaridad, fue aprender enseñándoles a mis compañeros. En materias como lenguaje, química y biología, que era en las que mejor me iba académicamente, les enseñaba a cómo resolver un ejercicio en química, hablándoles de genética o haciéndoles unos resúmenes de libros antes de una prueba. Lo grato de eso era que al final les iba bien y aunque fuera un resumen en diez minutos de un libro antes de la prueba, resultaba que muchas veces les iba mucho mejor que a aquellos que se leyeron todo el libro. Tal y como yo les enseñaba, a mí me ayudaba mucho que mis amigos me explicaran materias en las que me costaba un poco más entender.

            Durante mi experiencia escolar aprendí sobre muchas cosas de las que antes no sabía y que me dieron la motivación de seguir aprendiendo más por mis medios, investigando sobre temas que me interesaron, leyendo libros sobre la historia, filosofía, literatura, entre otros. Si bien ocurrieron hechos que me molestaban e incluso desmotivaban, en general, tuve una experiencia escolar que me motivo a seguir aprendiendo más sobre el mundo y sobre el sistema escolar en sí, con el fin de aprender sobre esta compleja red, para luego poder aportar mi visión a la mejora de la educación escolar en Chile.

Creado por Camila Bobadilla

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